Las Marcas y la Enseñanza es el cuarto capítulo de este libro donde su autora, Naomi Klein, nos cuenta como la publicidad y las marcas comerciales se van introduciendo en nuestra vida acaparando los espacios públicos de colegios y universidades convirtiéndose, incluso, en estilos de vida que marcan la identidad de las personas.
Estos hechos se producen debido a la necesidad de ingresos extras por parte de las instituciones de carácter educativo. Muchas de ellas aceptan la entrada de publicidad en sus espacios públicos a cambio de poder ofrecer lo más novedoso en avances tecnológicos dentro de sus aulas. Pero, ¿qué precio estamos dispuestos a pagar?
En Estados Unidos muchas de estas marcas exigen que a su aportación tecnológica le acompañe una aportación ideológica. Ellos ponen ordenadores en las aulas, uniformidad o equipaciones deportivas y a cambio exigen que los alumnos del centro reciban educación y formación sobre la marca o empresa.
Las grandes empresas quieren abrirse hueco entre los jóvenes, sus grandes consumidores. Utilizan para ello todas las armas que están a su disposición.
Estas grandes empresas ponen a padres y profesores en la cuerda floja, ya que si se oponen a los convenios establecidos entre los centros educativos y ellas pueden verse perjudicados seriamente.
Es cierto que la aportación económica que este tipo de empresas realiza, es muy favorable para los alumnos y para el colegio, pero, ¿lo es tanto el bombardeo publicitario que los alumnos reciben? Yo opino que no. La escuela o la universidad son centros donde los alumnos, padres y profesores promueven educación. Y no educación a cualquier precio. No podemos estar en un centro educativo que pretende transmitir unos valores, y contradecirnos introduciendo en él una sociedad de consumo donde lo importante es un logo o un estilo de vida que pertenece a una empresa. No podemos enseñar qué es un estilo de vida saludable, una dieta equilibrada, el beneficio del deporte,... y promover que la comida ideal es una pizza o la bebida perfecta la coca-cola.
Las marcas publicitarias mueven mucho dinero pero no siempre se acompañan de total veracidad en sus slogans. Su principal objetivo es la venta y marketing del producto y no el beneficio del joven o cliente que lo compra.
Desde la escuela y desde las universidades, sedes de educación, de principios y de valores, no podemos permitir que empresas comerciales consumistas se aprovechen de nuestro futuro, de los jóvenes, influenciándolos en su propio interés y beneficio.
Desde entidades e instituciones educativas debemos buscar la formación de personas con el sentido crítico y autónomo necesario para no confundirse con los engaños y con las imágenes que este tipo de empresas ofrecen.
La innovación tecnológica, la renovación de material deportivo, la uniformidad de los alumnos,... son aspectos importantes dentro de las aulas pero que no debemos querer conseguir a cualquier precio.
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